domingo, 30 de septiembre de 2012

Otoño...



El cárdeno otoño
no tiene leyendas
para mí. Los salmos
de las frondas muertas,
jamás he escuchado,
que el viento se lleva.
Yo no sé los salmos
de las hojas secas,
sino el sueño verde
de la amarga tierra.

Antonio Machado

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Explicación de mi amor...


Hermoso  regalo de Max...















De golpe no estás –nada más sucedió–
borrachera fetal que tu muerte me deja.
Con esta canción que solloza, olvidada de mí,
rondaré tus maderas.

Quisiera explicarte mi amor, no tu ausencia
o mis culpas; ayer tú vivías.
Si ya no merezco cantar para ti,
yo te pido: No sigas muriendo.

El tiempo pasado, ese suave festín,
donde fuiste una caja escondida,
un clave encerrado en el muro,
una oreja en la sombra, el sigilo de nadie.

Ese tiempo y tú, lo que yo conocí,
lo que quisiste ser, clavicordio y alcohol,
sensitivo y brutal, el pasado y el piano,
acabaron en este silencio.

Si ya no merezco cantar para ti,
yo quisiera explicarte mi amor, aunque es tarde.
Tu tiempo pasó, pero yo me quedé aquí,
tañendo por ti, en tus campanas.

Cuerno de pastor de un remoto país,
piedra lisa que el alba y el cielo tocaron;
soy como tu mar, rodaré eternamente
hacia ti y, desde ti, a lo más hondo.

Mas mientras te busque en las cosas,
en tanto regreses sin que yo te llame o te olvide,
te pido que limpies mi amargo dolor;
por favor, que no sigas muriendo.

Mi padre serás, como fuiste mi padre,
un gameto en la grieta cerrada del tiempo,
voz ronca de un órgano ya enmudecido,
ahí estás, larga caja de pino.

El llanto que nombre tu nombre será
breve y, hombre, tal vez lo sabías;
pero es tanto amor exigiendo mi amor;
por favor, no te sigas muriendo



Enrique Estrázulas - Alfredo Zitarrosa
1976

domingo, 23 de septiembre de 2012

Vuelve...


Regalo de J.C.




Vuelve
coloca tu regreso
en el artejo detrás de la puerta del día
con distinto pie
bajo la cúpula que llama al silencio
media luna
que destaca
pesada mano sobre la espalda
del bello rostro con mirada firme
-solo- afuera
luciendo alas de lluvia
habitable lápida

tu - ya

Presencia

Milagro Haak
(venezolana - contemporánea)

martes, 18 de septiembre de 2012

Ultimátum...

¡Oh,Juan! ¿por qué sueñas siempre rosas?
Ya no nos caben en la habitación,
esto no puede seguir así:
Cada día te levantas con las sábanas llenas de rosas
y si por casualidad hacemos el amor
no se conforman con quedarse quietas de mañana, no:
danzan las gamberras al son de los exquisitos minués que
trazan
tus dedos al vestirme.


Por eso, me niego a que me pongas la camisa,
a que me anudes el pañuelo...
dime, ¿qué vas a hacer con esa encina desdentada y la camelia
negra
que se vinieron contigo cuando terminaste de dar un paseo por
el campo?
Ayer nos sorprendió un aguacero precioso
y como yo no llevaba gorro y sí el pelo recién lavado,
convertiste las gotas en diminutos paraguas de nácar,


yo te agradezco la gentileza de tu magia
pero el campo necesitaba agua
y lo dejaste blanco, tan blanco,
que parecía leche cuajada.
Menos mal que luego caíste en la cuenta del error
y los paraguas volaron para dejar paso


a tres mil nubes que se posaron dulcemente
en los prados, en los cerros, en los sembrados
para dar alegría y pan al santo campesino
que se hizo arrugas de un metro de profundidad por reír tanto.
En fin, Juan, haces lo que quieres con la naturaleza
y a mí me irrita el no poder enfadarme nunca contigo
a pesar de tener motivos grandes y justificados.


Desde ahora te anuncio mi ultimátum:
una de dos, o renuncias a tu poder modificante
de niños que cambian pañales por barcos,
de aceituna que, porque le da la gana, se transforma en ciruela
los domingos,
o nos mudamos a otra buhardilla
que tenga suficiente espacio para meter allí todos tus trastos...
¡Porque mira que eres pesado!
Porque mira que te quiero tanto, alquimista barato.


Almudena Guzmán


miércoles, 12 de septiembre de 2012

José de San Martín...

Nada perderemos,
iremos a otra tierra,
hallaremos nuevos mares,
nuevas gentes,
nuevas ciudades llenas de colores
y sonrisas;
pero nuestra patria irá con nosotros,
a donde quiera que miremos
la patria estará allí,
esperándonos.

Nada hemos perdido
ni el amanecer desangrado del Cuzco,
ni los nidos de la torcaza araucana,
ni los muros dormidos de Macchu Picchu,
ni el color del maíz al desgranarse,
todo está en nuestro corazón
a la espera de nuestro regreso,
no temamos al viaje,
sigamos hasta encontrar
tiempos propicios para el regreso,
no hay nada que temer
aun en la muerte
la patria vendrá a nosotros
y traerá el rocío nocturno
del río de la Plata,
y el sol carmesí de los Incas
que en vida tanto regocijaron
a nuestros corazones.

 Iván Cruz (Mexicano)