Aunque el cielo no tenga ni una estrella
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,
me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.
Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,
hasta volver a ser, en este mundo
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.
Francisco Luis Bernardez
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,
me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.
Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,
hasta volver a ser, en este mundo
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.
Francisco Luis Bernardez
2 comentarios:
En algunas oportunidades necesitamos recordar el brillo de ese destello. Es triste perder esa luz y pareciera imposible de recuperarla nuevamente.
Buen poema,
Un saludo mi azulita ;)
Yo creo que esa luz nunca se pierde. Le vamos poiniendo velos y dejamos de verla, se nos atenúa, pero siempre nos espera ahí, más o menos brillante, con paciencia infinita...
Gracias por visitar Más Azules, Gusito, es mi rinconcito favorito y mencanta compartirlo contigo ;)
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