jueves, 28 de enero de 2010

Este jueves...

Este jueves depende de tu boca.
Debes cuidarlo igual que un parque a un niño,
como cuida el otoño cada hoja
y le procura el aire necesario
para que se reúna con las otras.

Mira este jueves. No lo sabe. Míralo
acercarse a nosotros entre sombras.
y ocupar la ciudad como un ejército
que no pensara nunca en su derrota.
Será jueves en todo. Está de paso
pero quiere vivir de luces propias.
Entrará en la oficina de mañana,
a mediodía contará sus horas
y se quedará al norte de las cartas
que desde que se escriben son remotas.
Mira cómo se acerca hasta nosotros:
viste de azul y herencias sigilosas,
establece su número y su luna
¡el tiempo siendo jueves en las cosas!

Cuídalo tú que puedes, no le dejes
que tal día haga un año en la memoria.
Mira cómo se acerca a la ventana
sin saber que depende de tu boca.

Para pasar un día con nosotros
ha salido este jueves de sus sombras.

Manuel Alcántara
(Español - Contemporáneo)

lunes, 25 de enero de 2010

Olvido...

con el cuerpo hicimos la noche
y fui noche larga y alarido
no me desnudes ahora
si quisieras podrías cubrirme
(puedo dejarme cubrir)

no recuerdo haberte dicho
que tengo tatuajes
y el rímel marrón corrido
- no lo digas -

no digas que mi cuerpo
se cubre de delitos

que una tinta negra
se derrama

Any Lagos
(Argentina)

jueves, 21 de enero de 2010

Saberte aquí...

Podés querer el alba
cuando quieras
he conservado intacto
tu paisaje
podés querer el alba
cuando ames
venir a reclamarte
como eras
aunque ya no seas vos
aunque mi amor te espere
quemándose en tu azar
y tu sueño sea eso
y mucho más
esta noche otra noche
aquí estarás
y cuando gima el tiempo
giratorio
en esta paz ahora
dirás
quiero esta paz
ahora podés
venir a reclamarte
penetrar en tu noche
de alegre angustia
reconocer tu tibio
corazón sin excusas
los cuadros
las paredes
saberte aquí
he conservado intacto
tu paisaje
pero no sé hasta dónde
está intacto sin vos
podés querer el alba
cuando quieras
venir a reclamarte
como eras
aunque el pasado sea
despiadado
y hostil
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros
aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.


Mario Benedetti

domingo, 17 de enero de 2010

Conversaciones conmigo mismo...




Me gustaría decirle al viento que no te quiero, que te he olvidado;
me gustaría pedirle al tiempo que me perdone, por mi pasado.
Me gustaría cantarle al cielo, abrir las alas y emprender el vuelo;
me gustaría escribirte un verso, para que olvides lo que has llorado.


Me gustaría, pero no puedo,
porque me encuentro solo, porque he tenido miedo.


Y he tenido miedo de las horas tranquilas,
del agudo tic tac de los relojes,
del verdugo absurdo e inexistente
que se muere de sí mismo cada día.


Y he tenido miedo de vivir sin darme cuenta
que la vida me pasaba por la vida,
de los tedios derrochados de mis días
en las calles barnizadas con mi asombro.
Tuve miedo de encontrarme casi vivo,
derramándome el coraje en las heridas.


Y hoy quisiera gritar las cosas que no me ocurren,
llamar al verbo que las acciona por su nombre,
pedir siquiera un modo potencial que me conjugue.
decir aunque más no fuera: “Podría”.


Y oír, detrás de las ruinas,
el cansancio de ser alguien,
todos los días.


Y son tantos los recuerdos que me quedan por vivir,
que una caricia que no entienda me estará matando,
como las palabras que vuelven de su olvido,
como estas conversaciones que hoy inicio,
que son conversaciones sin razón, sin orden ni motivo.


Son sólo eso;
conversaciones con las sombras, incluso con el olvido,
son conversaciones con la culpa, son conversaciones conmigo mismo.


Gonzalo Osses - Vilches
(Chileno - Contemporáneo)

miércoles, 13 de enero de 2010

Instante y elegía de un Marino...


Y digo que nunca hablaré
de la muerte y del amor
en sitio cerrado...

Walt Whitman


 

Sin rostro ni contornos.
Apenas presentida en la distancia
pero viva en su sangre como un pájaro.

Mareas ascendentes
se la ofrecían inicial, creciendo,
y más honda que el pulso y el deseo
iba, fija y errante,
por el sonoro rumbo de los viajes.

Con velas retadoras
y guiños de fugaces litorales;
con las agrias palabras y el chubasco,
oculta en el silencio de aquel hombre
que buscaba una flor en las espumas.

Asomada a sus ojos,
cálida entre los muslos dominantes,
dormida en su dibujo,
detrás de las corrientes y sirenas.

Así -náutica rosa-
sin conocer su propio aliento dulce,
esperando señales y bahías
y el asilo de un vientre, como esponja.

Claudia Lars
(Salvadoreña)

sábado, 9 de enero de 2010

Me he quedado sin pulso...

Me he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón de desaliento.

No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.

Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.

Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu ausencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.

Ángel González

martes, 5 de enero de 2010

Yo sé que estás ahí...

Yo sé que estás ahí,
atrapada en el vértigo que desnuda al miedo,
corazón de fuego que no se aviene a vivir sin jaula,
amazona de honduras que no existen.
Estás ahí.
Entre dunas que humean soledad
y recuerdos que congelan las venas,
escuchando trompetas de silencio,
como si el tiempo fuera un reloj parado
y el mundo aún permaneciera quieto
sobre el eje invisible de un andamio.
Estás ahí,
anclada en una taquicardia lenta
de ánfora cineraria,
derrochando féretros de angustia
y sepulcros de tristeza,
viendo discurrir la vida
desde el ojo tuerto
de un ciprés enfermo.

Estás tan dentro del crepúsculo
que todo te parece noche
y las sombras te miran
con la herrumbre ciega
de una vieja calavera.
Es tanta la feria de amargura
que te roe por dentro los huesos
que ya no quedan sótanos vacíos,
en el interior del tuétano,
para esconder las penas
y ahogar la voz de los espectros.

Pero no pienses que siempre será así,
con hielos que atraviesan la tarde
y pájaros sin alas que no cantan.
Algún día saldrá el sol para ti
con su risa bordada de amarillo infinito
y el verso azul de un horizonte nuevo
prendido en el ojal de la solapa.
Fernando Luis Pérez Poza
Noviembre 2002©
Pontevedra. España.
Del libro "El laberinto de hielo"

viernes, 1 de enero de 2010

Letras de agua... (Poesía en prosa)

Me contó que no conocía otra forma de olvidar que mudarse al olvido mismo. Así que hizo las maletas un buen día. Las llenó de razones, de todo su cariño, de libros. Y se marchó por fin. Llena de calma. Para explicárselo a él, le había escrito una carta de amor interminable sobre la superficie de un mar liso como un plato. En ella le contaba hasta el más mínimo detalle. Todo lo que pudiera interesarle de ella. Letras de agua, a merced de las mareas, dijo. Y se echó a reír. No pongas esa cara, añadió, ¿acaso perduran las palabras al oído, el chasquido del beso, el tacto de un dedo en su cuello?


Leonor Sánchez
(Española y amiga entrañable)