martes, 30 de mayo de 2006

Niño bueno...

No sabré desatarme los zapatos
y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes,
no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines,
cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal.
Opto por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.

Julio Cortazar

domingo, 28 de mayo de 2006

Olvido...

Se me olvidó tu nombre,
no recuerdo
si te llamabas luz o enredadera,
pero sé que eras agua
porque mis manos tiemblan cuando llueve.

Se me olvidó tu rostro y tu pestaña
y tu piel por mi boca transitada
cuando caímos bajo los cipreces
vencidos por el viento,
pero sé que eras luna
porque cuando la noche se aproxima
se me rompen los ojos
de tanto querer verte en la ventana.

Se me olvidó tu voz, y tu palabra,
pero sé que eres música
porque cuando las horas se disuelven
entre los manantiales de la sangre
mi corazón te canta.

Carlos Medellín
(Colombia, 1928 - 1985 )

martes, 23 de mayo de 2006

Autonecrología VI...

El mediodía en la calle, atropellando ángeles,
violento, desgarbado;
gentes envenenadas lentamente
por el trabajo, el aire, los motores;
árboles empeñados en recoger su sombra,
ríos domesticados, panteones y jardines
transmitiendo programas musicales.
¿Cuál hormiga soy yo de estas que piso?
¿qué palabras en vuelo me levantan?
"Lo mejor de la escuela es el recreo",
dice Judit, y pienso:
¿cuándo la vida me dará un recreo?
¡Carajo! Estoy cansado. Necesito
morirme siquiera una semana.



Jaime Sabines
(Mexicano)

sábado, 20 de mayo de 2006

Hospital...

En el siglo XXI, intacta la guerra y la melancolía,
hay pastillas para prolongar el hígado,
cápsulas para tejer la memoria,
tabletas para conjurar las jirafas del hambre,
píldoras para impedir la polilla de los huesos
y el infortunio de la líbido,
cucharadas para contar los pájaros sin alzar la vista,
jarabes que ocultan los balbuceos de la ruina,
pomadas para los silenciosos,
agujas que te arruinan la queja.

Pero en todo este dispensario interminable,
en este galpón gigante de remedios,
no hay una sola receta,
una crema importada,
una decisiva inyección,
que le permita a los amorosos olvidar
el aire que alguna vez los arrasó.

Leonardo Padrón
"El amor tóxico"
(venezolano)

sábado, 13 de mayo de 2006

Renacer...



Enviado especialmente
por su Autor





Nectar de flor son tus lágrimas
tus lágrimas de alegría
de celos y de rabia
tu sensibilidad sobrepasa los
rigores de la vida.

Eres verdor, eres oxígeno
sientes fuego en tus huesos
en tu carne y en tu mente
se regocija tu corazón
se desbordan tus anhelos
y aunque temes el calvario
el nacer de una rosa
enfrentas las espinas
las anticipas, las buscas
temerosa, pero decidida.

Y así es tu travesía
entre suelo firme
y arenas movedizas
tejiendo ilusiones
creando suposiciones
extasiada un momento
en otros desesperada.

Es tu renacer
el amanecer de verdes promesas
y rojizos desencantos
son tus nuevas experiencias
has vuelto a sentir.

Roberto Grau

10/5/06

viernes, 12 de mayo de 2006

Poema 52...

El halcón moteado se abalanza como un rayo y me acusa, se queja de que hablo mucho y remoloneo.

Tampoco yo he sido domesticado,
tampoco yo soy traducible,
mi bárbaro alarido retumba sobre los techos del mundo.

Las últimas brumas del día se demoran por mí,
arrojan mi imagen tras las otras -tan cierta como cualquiera- entre los páramos en sombras, me incitan hacia el vapor y las tinieblas.

Parto como el aire, sacudo mis blancos cabellos
bajo el sol fugitivo,
vierto mi carne en remolinos y la esparzo
en cintas festoneadas de encaje.

Me entrego al barro para crecer con la hierba que amo,
si me quieres tener otra vez, búscame bajo la suela
de tus zapatos.

Apenas sabrás quien soy, apenas entenderás qué significo,
pero igualmente te traeré salud,
y filtraré tu sangre y le daré vigor.

Si al principio no me atrapas, no te desanimes,
si no me encuentras en un lugar, búscame en otro,
en algún sitio me detengo a esperarte.


Walt Whitman
Leaves of Grass

miércoles, 3 de mayo de 2006

Sirve para la vida...

¡Gracias Max!




No sirve para alcanzar el poder, pero sirve para responder al poder con sentimientos cercanos. No sirve para vivir, pero la poesía vive con las palabras. No sirve para enseñar a nadie nada, pero sirve para mostrar lo que acontece por el mundo. No sirve para matar, no sirve para morir, no sirve para rezar ni para jugar con fuego. Pero sirve para emocionar, para vivir en otros cuerpos, para reflexionar y sentir la belleza y hondura de las palabras que nos explican cómo somos.

No sirve para amar, no sirve para gritar, no sirve para llorar, pero sirve para sentir el deseo, para alzar la voz en silencio, para que su tristeza te atraviese el pecho. No sirve para liberar a nadie, no sirve para juzgar a nadie, no sirve para lograr la paz. Pero sirve para hablar con libertad, para proclamar la inocencia de las cosas, para rebelarse contra la locura de la historia.

No sirve para bailar, para emborracharse. Pero sirve para celebrar la vida, para embriagarse de otros sentidos, para moverse por otros lugares. No sirve para la muerte. Sirve para la vida. Da vida a los muertos y nombra lo que a menudo no tiene nombre. Es nada, pero al final sirve.

Sirve para llevar a Dios a misa. Para que la primavera camine al mercado entre panaderías y palomas. Para que a la mesa lleguen recién casados los sabores del mar y de la tierra. Para que las gaviotas repartan el aroma de la rosa en las arenas. Para salir a todas las calles del mundo a repartir pescado. Para saber por quién la lluvia y los pájaros del mar llorarán mañana.

Para que hablen los pueblos por su canto. Para dar con todos los azules de la tierra hacia la luz total de nuestras cosas. Para darle la mano a las manos temblorosas de la lluvia e irse cantando entre la dicha y la dureza, la cólera o ternura. Sirve para saber que no tenemos más remedio que vivir, ni más recuerdo que la vida. Para decidir dónde plantar los árboles, de nuevo. Para dejar escrito en la piedra el sueño del domingo.

Sirve para que ni un hombre pase sin que reine y sigan naciendo hasta llenar el mundo, sin que nadie los divida sino el sol o la noche, la lluvia o las espigas. Para que el mundo se pueble de palomas. El hombre recuerde las sombras que nadó hasta que quiera saltar al agua para caer al cielo.

Sirve para distribuir las flores del mañana e ir galopando en el viento sobre el caballo de la lluvia. Para abrir cajones, llenar platos, destapar versos y botellas, hasta que alguna vez si ya no somos, si ya no vamos ni venimos, estemos juntos, extrañamente confundidos, sirviéndole a la vida.

Pablo Mora
(venezolano)