sábado, 29 de octubre de 2011

Tango para engañar a la tristeza...

A la ausencia, al olvido, a la nostalgia
mi corazón les pone letra y música
de tango algunas noches, tú lo sabes:
veinte años no es nada. Aunque, a las claras,
bien sabe a quién engaña pretendiendo
engañar, como a un necio, a la tristeza.


Víctor Jiménez






martes, 25 de octubre de 2011

Acto de fe...

Una inmensidad plana, apenas un vapor azulado.
El amor en el fondo del agua
es la especie de tristeza por la que ya pasamos.
Podría elegir una dirección cualquiera
y extraviarse sería la única certeza:
es el fin de los tiempos y todo
el cuento que recitamos de memoria,
sin embargo llego siempre aquí mismo
donde los amigos viven colgando de los muros
en este lugar sumergido y hospitalario
Paseo ante sus rostros y no quiero tocarlos
están tan bellos así, tan inmóviles, tan acabados.
Tal vez pueda de nuevo caminar sobre el agua
si no fuera por este gran peso en mi conciencia
por esta soga al cuello,
caminar otra vez sobre el agua. Eso
es lo poco que quiero para seguir
sin hundirme en el suelo, sin ahogarme.
Si algún muro se derrumba
va a ser el de mi casa
ahora que es viernes como antes
y se termina el mundo
como siempre y todavía
en algún lugar esto hierve.


Eleonora Filkenstein
(Agentina)




viernes, 21 de octubre de 2011

Me dueles...


Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma, búscame,
escúchame.
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu iluminado silencio.
Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad de rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!
Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

Jaime Sabines