miércoles, 24 de noviembre de 2010

Epitafio...

Fui una página de Rubén Darío
que me alegró en la infancia profunda.
Fui una aliteración de Verlaine.
Fui un autorretrato de Van Gogh
que es el más bello reproche que se me hizo.
Fui el rosa pálido de un crepúsculo
o el instante en que, al concluirla,
reinicié la lectura de Ulises.
Fui esa noche en tus brazos.
Fui la suma de mis instantes felices.


Germán Espinosa
(Colombiano)




sábado, 20 de noviembre de 2010

Epitafio del Sol...

Aquí descansa el sol
el que creó la aurora
y dio la luz al día
y apacentó la tarde.


El mágico pastor
de manos luminosas
que fecundó las rosas
y las despetaló.


El andrógino amigo
que ha sido tan violento
que poseyó la forma
de todas las mujeres
y que murió en el mar.


Vinicius de Moraes


martes, 16 de noviembre de 2010

Después...

Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:
hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes
Soy una niña de pecho
acabo de nacer
del terrible parto del amor
Ya no amo
Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje
Ya no estoy loca.

Cristina Peri Rossi


viernes, 12 de noviembre de 2010

Black mask...

En la novela negra
ella no se enamoraría del asesino,
sería la torva ingenua bailarina de cabaret
o la dulce nada ingenua
muñeca con ojos como ciervos, pelo
para agitar en el viento entre las acacias.


En la novela negra
no podría jamás cruzar la línea,
bajo su respiración
estarían los muros amarillos,
la seducción de un héroe al que abrazar.


Y ya no importaría la tensión del poema
o de su espalda
soportando el mundo.


En la novela negra ella no tendría esta asfixia,
este estribillo que envejece
a medida que come de su pan
y abre los brazos en la oscuridad
en un escándalo incumplido.


Si algo la habita
es la memoria de un puerto insignificante
y caluroso
donde la muerte no es un estallido
sino una conversación, una clara evidencia.


Paulina Vinderman
(Argentina)


lunes, 8 de noviembre de 2010

Reconozco...

Reconozco que no somos muy originales,
nuestra historia es la de medio Madrid
y como todos, andamos buscando una clarita
entre la oficina y el estudio
para citarnos donde no nos conozca nadie.


¿Pasa algo?


Ah.
Porque a estas alturas y con un enamoramiento de rizos
y piernas por medio,
no seré yo desde luego la imbécil que pierda su tiempo
en agradar a los poetas.

Almudena Guzmán

jueves, 4 de noviembre de 2010

Tú...

Surgiste de su propia nada
a mi presente.
En un revuelo de otoños a medio caer.
De la flor misma de mi árbol preferido.
Del grito que nunca di.
Del sueño que siempre tuve y jamás conté.


Y tuviste la piel del niño.
El canto de una vieja melodía ...


Canción de cuna que extraño
cuando por las noches descubro que me asusto
con mi propio silencio
y comienzo a canturrearla
como si otra vez estuviera creciendo.


Gonzalo Osses - Vilches
(Chileno - Contemporáneo)



lunes, 1 de noviembre de 2010

Estoy contigo... (Poesía Vertical VIII - 43)


A Max. mi compañero de blog
y de sortilegios, en su cumpleaños...




Estoy contigo.
Pero por encima de tu hombro
me dice adiós tu mano que se aleja.


Entonces yo contengo mi mano
para que no nos traicione ella también.


E insisto:
estoy contigo.
Los innegables títulos del adiós
abandonan entonces provisoriamente sus derechos.


Y nuestras manos se aquietan
en las equidistancias de estar juntos.


Roberto Juarroz



viernes, 29 de octubre de 2010

Te amo...

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes
de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza
de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y
cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese
pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en
una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.

Julio Cortázar


martes, 26 de octubre de 2010

La luna...

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.


Jaime Sabines


viernes, 22 de octubre de 2010

Antelación del amor...


Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida situándose en palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha en la selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera quizás como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.

Jorge Luis Borges



sábado, 16 de octubre de 2010

Desnudos...

Por el mar vendrán
las flores del alba
(olas, olas llenas
de azucenas blancas),
el gallo alzará
su clarín de plata.


(¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)


¡O, bajo los pinos,
tu desnudez malva,
tus pies en la tierna
yerba con escarcha,
tus cabellos verdes
de estrellas mojadas!


(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana)


Levantará el gallo
su clarín de llama,
y la aurora plena,
cantando entre granas,
prenderá sus fuegos
en las ramas blandas.


(¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)


¡O, en el sol nacido,
tus sienes doradas,
los ojos inmensos
de tu cara maga,
evitando azules
mis negras miradas!


(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana)

Juan Ramón Jiménez




viernes, 8 de octubre de 2010

Preguntas...

Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quien eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.


Juan Gelman

lunes, 4 de octubre de 2010

De mí, una guitarra...

Cuando yo me haya ido
-qué triste que me vaya-
de esta madera mía
que me hagan una guitarra.

Cuando termine la muerte,
si dicen: "¡A levantarse!",
a mí que no me despierten.

Que por mucho que lo piense,
yo no sé lo que me espera
cuando termine la muerte.

Que yo me conformo siempre,
y una vez acostumbrado
a mí que no me despierten.

Para encontrarme conmigo
vuelvo a salir a la calle,
calle del tiempo perdido.

Para encontrarme contigo
estoy buscando en el suelo
las huellas de su sonido.

Para encontrarme con nadie
me pongo a mirar arriba,
¡Auxilio, que Dios me ampare!

Mis cuentas no están cabales:
me falta una golondrina
y me sobran tres cristales.

Mira qué cosa tan rara:
pasé la noche contigo
estando solo en mi cama.

En este día cualquiera
párate a ver cómo canta,
antes que me vaya fuera,

mi corazón en tu mano
y tu boca en mi garganta
por la mañana temprano.

Ponte a vivir como loco:
ama, ríe, bebe, olvida.
Puesto a vivir todo es poco
por más que dure la vida.

El mar no puede morir,
se quedará navegando
aunque no haya nadie aquí.

Si otros no buscan a Dios
yo no tengo más remedio:
me debe una explicación.

No digo que sí o que no.
Digo que si Dios existe
no tiene perdón de Dios.

No digo que no o que sí.
Digo que me gustaría
que Él también creyera en mí.

Yo no le guardo rencor.
Si le encuentro alguna vez
nos perdonamos los dos.

Mi pobre tierra no puede
darme lo que estoy buscando.
Nadie da lo que no tiene.

Yo no culpo a Andalucía,
sé muy bien que a su esperanza
le pasó lo que a la mía.

Averigua quién te dio
esas ganas de morirte.
Ha tenido que ser Dios.

Ha tenido que ser Dios
un día que estaba triste.
No tiene otra explicación.

Manuel Alcántara

(Español - Contemporáneo)

jueves, 30 de septiembre de 2010

La luna que no vi...


En Palenque
la sombra empieza a caer sobre el palacio.
El último visitante conserva el sombrero sobre la cabeza
y el ojo iluminado por el bajo relieve.
Mira hacia abajo, agobiado por el peso de los jardines que
no existen
y el calor.


Yo seré esa figura para el foco de otro,
pero me quitaré el sombrero
(frente al sol que se va)
y pondré unas hojitas plateadas, la botella de agua,
unas pocas preguntas sobre el esplendor.


¿Qué es lo que realmente queda de una
civilización?


La noche distorsiona, el alma distorsiona.


En el aire amarillo la memoria enfatiza sus
propios solitarios patios.
La luna
va a crecer como un hongo imposible a mis espaldas,
a espaldas de cualquier manera de narrar.


Estoy cercada.
El murciélago se ha llevado mi historia.(*)




(*)El murciélago...: metáfora maya para excusarse,
cuando alguien olvida lo que quería decir.




Paulina Vinderman
(Argentina)

domingo, 26 de septiembre de 2010

Donde estés...

I
Es la tentación o el embriago de tenerte,
el deseo abisal de poseerte…
Y es que mi alma vive en tu presencia,
iluminándose debajo de tu pecho,
encima de tus labios, dentro de tu cuerpo.
Vivo en el sentido de tu sombra,
en la latitud glandular de tus aromas,
el iris nonato de tu vientre,


el espacio en que tu pecho
hace en mi pecho el elixir que me exalta
y no soporto tu ausencia
más allá de mi palabra.


II
Vas en busca de la vida
y te me escapas a ratos de las manos.
Entonces te busco:
voy a donde estés, a donde vayas,
a cruzarme en el paraje de la calle,
a defenderme del ruido ensordecedor
que silencian tus vocales,
a hablarte entre lámparas y avenidas.
Sé que estás ahí,
en alguna parte,
en la ciudad, en su bagaje,
y me decido a perseguirte
a donde vayas, donde estés, donde camines.


III
Iré por ti a donde quieras,
donde pises, donde cruces.
Iré escondido
en los ojos de las nubes a buscarte,
tras las correrías y las cercas a husmearte,
para susurrarte versos mientras
te devoras la mañana,
mientras tú ennobleces la ciudad entre sus faldas,
para acariciar la melodía en tu mirada.
Iré escondido entre los rabos de las nubes,
sigilosamente, para no despertar sospecha
y verte de reojo, para ver tus manos
agitando el viento que llega acariciando,
para devolverte un beso agitado
y que la nube me agazape
si me viese sonrojado.


IV
Ahí, donde estés,
entre el barullo y caminando,
en la ciudad, en lo cotidiano,
aquel susurro por las nubes,
aquel salmo enamorado
que se escucha por tu paso,
quizá sea yo:
escondido, flechado, agazapado,
susurrándote al oído,
besándote en los labios.


Salvador Pliego
(Mexicano - Contemporáneo)

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Si te dijera...

Si te dijera,
Que ha llovido un niño,
Que una flor se ha hecho hombre,
Que los pájaros son una mancha azul,
Que las mañanas crecen de raíz a la sombra de los ríos.


Si te dijera:
Que la angustia dura más de doce meses,
Que todos mis días son martes y trece,
Que el tiempo irremediablemente se está muriendo de viejo.


Si te dijera que soy:
La palabra antigua que brote de tus labios.
Te taparías la boca para que no escape,
Y quizás pensarías en mí... que estoy vivo.


Si te dijera que he vuelto,
Notarías mi falta, porque nunca he partido.
Y a la hora que el mar se vuelca en las veredas
Habrá una voz que te llame y pensarás en mí,
Creerás que estoy vivo.


Gonzalo Osses - Vilches
(Chileno - Contemporáneo)

lunes, 20 de septiembre de 2010

El Otoño se acerca...

El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.


Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.


Y lo perdimos para siempre.


Ángel González

sábado, 18 de septiembre de 2010

De un tiempo a esta parte...

De un tiempo
a esta parte
estoy prisionera
en un coche
de gritos y hielo
que circula
por carreteras oscuras
y en vertical
como catedrales,
deslumbrada
por las luces largas
de los que vienen
en sentido contrario
que sois todos.


Almudena Guzmán
De "Calendario"

martes, 14 de septiembre de 2010

Amanecida...

¿Soy una amanecida del amor?


Raro que no me sigan centenares de pájaros
picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca.
(Será que van cercando, en vigilia de nubes,
la claridad inmensa donde avanza mi alma).



Raro que no me carguen pálidas margaritas
por la ruta amorosa que han tomado mis alas.
(Será que están llorando a su hermana más triste,
que en silencio se ha ido a la hora del alba).



Raro que no me vista de novia la más leve
de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será que entre los árboles va enseñando a mi amado
los surcos inocentes por donde anduve, casta?)



Raro que no me tire su emoción el rocío,
en gotas donde asome risueña la mañana.
(Será que por el surco de angustia del pasado,
con agua generosa mis decepciones baña).



¿Soy una amanecida del amor?



En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños blancos, y emociones aladas.



Raro que no me entienda el hombre, conturbado
por la mano sencilla que recogió mi alma.
(¿Será que en él la noche se deshoja más lenta,
o tal vez no comprenda la emoción depurada?)



Julia de Burgos

viernes, 10 de septiembre de 2010

La caricia perdida...




Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni

lunes, 6 de septiembre de 2010

Días...

El día condenado por la pasión
tiene la luz muy alta y una noche
que echa raíces y el olvido no puede olvidar.
Cesar en la pasión, como tiempo
que existió antes, sería
el sueño que se piensa a sí mismo y no ve
la cabeza que sueña entre sábanas
y blanquea el amanecer.
¡Está quieto el fondo del vaso
donde bebí un río con barcos que parpadeaban!
¿Qué es eso?
¿A dónde se fue el caballo que
reconstruía la emoción, o casas
para dormir en el horror?
Es extraña la relación del mundo con el mundo.
Lo que ha dolido es una hierba
que no termina de crecer.
El tiempo la llueve.
Al final de la calle abren el sol
para que nada sea cierto.



Juan Gelman

jueves, 2 de septiembre de 2010

Canción del esposo soldado...

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.


Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hasta mí dando saltos
de cierva concebida.


Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.


Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.


Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.


Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.


Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.


Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.


Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.


Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.


Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos,
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.


Miguel Hernández
De "Viento del pueblo" 1936-1937

domingo, 29 de agosto de 2010

No me arrepiento de nada...

Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, nomás abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.


Gioconda Belli

miércoles, 25 de agosto de 2010

Biografía...




Lo mejor del recuerdo es el olvido...
Málaga naufragaba y emergía...
Manuel, junto a la mar, desentendido;
yo era un niño jugando a la alegría.


Ahora juego a todo lo que obliga
la impuesta profesión de ser humano,
y a veces, al final de la fatiga,
enseño a andar palabras de la mano.

Ser hombre es ir andando hacia el olvido
haciéndose una patria en la esperanza;
cuerpo a cuerpo con Dios se está vendido
y a gritos no se alcanza.

( Dentro de poco se dirá que fuiste,
que alguien llamado así, vivió y amaba...)
Ser hombre es una larga historia triste
y un buen día se acaba.

Desde mis veinticinco historias vengo.
Nada me importó nada.
Pero cualquier capítulo lo tengo
miniado en letra triste y colorada.

Un hombre hecho y deshecho
os habla. Soy distinto cada año.
Tengo un desconocido por el pecho.
Sí. Miradme a los versos. No os engaño.

Tengo el sombrío bosque de la frente
esperando que llueva;
mientras, el alma suena bajo el puente,
y cuando el alma suena es que a Dios lleva.

Vuelvo a andar el camino desandado
y en mi paso resuenan las cadenas.
Recuerda el corazón acostumbrado...,
¡qué buen fisonomista de las penas!

Unas pocas palabras me mantienen:
duda, esperanza, amor... Siempre me pierdo...
Amor, duda, esperanza... Siempre vienen...
La ilusión, si la he visto, no me acuerdo.

Lo mejor del recuerdo es el olvido...
Málaga naufragaba y emergía...
Manuel, junto a la mar, desentendido;
hubo una vez un niño en la bahía.

Y hay un hombre de pie sobre mis huellas
indefenso y sonoro, a ras del suelo,
que se irá mientras hacen las estrellas
propaganda de Dios allá en el cielo.

 
Manuel Alcántara
(Español - Contemporáneo)



sábado, 21 de agosto de 2010

En el borde de las tazas...

una mujer
se mueve en el denso fluir de sus instintos
sabe quebrar
la cáscara de una intención
una mujer
abarca por fragmentos la totalidad
y nunca es la misma


un hombre
sube al misterio en una extrema progresión
descubre el sentimiento
acorralado en un límite
el resto
lo filtra en el pensar


una mujer
es a la vez su historia
y lo que aún no ha conocido
sabe ordenar lo que no ve


un hombre
arriba al corazón del mundo
en cada vértice de su conocimiento
se instala en lo que ve
y se proyecta


una mujer es todas las mujeres
pero es única
un hombre es todos los hombres
pero es único


un hombre y una mujer
nunca se conocen
saben suponer
saben crear sobre el malentendido
son cada uno
mitad secreto
mitad vacío


un hombre y una mujer
a lo largo de cientos de actos cotidianos
cruzan información
dejan la vida escrita
en el borde de las tazas


cada día se escribe
cada día se lava


Laura Yasán
(Argentina)

martes, 17 de agosto de 2010

Décimas...


Yo soy flor que se marchita
al sol de la adversidad,
el arbolito en mitad
de la llanura infinita.

La paloma, pobrecita
que arrastran los aquilones,
entre oscuros nubarrones
de tempestades airadas,
soy la barca abandonada
en el mar de las pasiones.

Soy el ave que al bajar
de los aires fatigada,
no tiene ni una enramada
ni un árbol en que anidar;

y si vuelve a levantar
las tristes alas del suelo,
encuentra nublado el cielo
y desecha la tormenta,
y el pájaro se lamenta
y vuelve a tender su vuelo.

Yo no canto por llamar
la atención que no merezco,
yo canto porque padezco
penas que quiero olvidar;

que tan solo con cantar
se va al viento nuestra pena,
y yo tengo el alma llena
de pesares y amarguras,
¡Más que en La Pampa hay anchura
más que en la mar hay arena!

¡Adiós primorosa flor!
Adiós lucero invariable,
solamente comparable
a la estrella de mi amor;

cuando sientas un dolor
parecido al que yo siento,
Dios quiera que tu lamento
no sucumba en la ignorancia,
y atraviese la distancia
sobre las olas del viento.

Almafuerte

viernes, 13 de agosto de 2010

De la inmortalidad del cangrejo...


A mi padre



Me encontré de repente, casi sin darme cuenta
por el viejo y nunca terminado camino de los recuerdos.
Recuerdos que alguna vez fueron pasos en mis zapatos;
ilusiones en mi alma, lágrimas en mis ojos.
Recuerdos que son sonrisas de niño,
esas mismas que uno siempre extraña por lo cristalinas
y por la inexplicable tibieza que las engendró,
quién sabe a través de qué misteriosos detalles.


Y cuando recordé me reencontré con tu imagen.
Noté la caricia de tu presencia en el aire,
el aroma siempre joven de tus días y sonreí,
deseé hablarte a través de este manto de distancias,
o acariciarte de manera sencilla; casi tímida.


Porque de todos los hombres que he amado, has sido el más perfecto.
Porque a veces las palabras se muestran impotentes o mudas
ante el empuje de nuestra difusa humanidad.
Y ¿sabes? ... porque además es tu día, papá,
el día de los viejos macanudos con sabor a padres.


Sí , ya sé.
Sé que estamos lejos, ¡pero si es lo mismo!
¿No entiendes? Lo mismo...
porque siempre te veo majestuoso como el amanecer
que nos despierta orgulloso de poder ofrecernos su sol.
Y le digo, y te digo ¡Buen día!,
pero también digo, ¡viejo, te quiero!


¿Ves?, ya iniciamos nuevamente el diálogo.
Tírame un salvavidas (por favor) ... y después ¡rememos juntos!
agarra tu guitarra y cantemos: inventa una melodía, yo pongo la letra.


Tú y yo pateando a dúo la distancia caprichosa de dos ciudades distintas.
Tómate un trago, viejo. La distancia... ¡La distancia es una mentira!
y hablemos de lo que sea, de ti, de mí, del clima...
mejor aún, ¡hablemos de la inmortalidad del Cangrejo!
Total... La locura, esta noche, corre por mi cuenta.


Gonzalo Osses - Vilches
(Chileno - Contemporáneo)