martes, 30 de agosto de 2011

Cosas que no tendremos...



Cosas que no tendremos:

Las mañanas de abril largas de amor y sueño.
Las tardes de noviembre con lluvia interminable.
Las noches del verano tercamente estrelladas.
Todas las madrugadas dulcísimas de otoño.

Cosas que me he perdido:

No sabré del sabor de tu boca dormida.
No acunaré a tus hijos. No beberé tu vino.
No lloraré contigo viendo ningún ocaso.
No me amanecerá tu vientre entre las sábanas.

Tengo todo un tesoro de lagunas y ausencias,
un muestrario completo de páginas en blanco.


Josefa Parra
De "Alcoba del agua" 2002





viernes, 26 de agosto de 2011

Calma mi sed, amor, en tus vertientes...

Calma mi sed, amor, en tus vertientes,
enraízame, amor, en tus sembrados,
llévame, amor, por mares encrespados,
clávame, amor, tus uñas y tus dientes.


Di palabras, amor, incoherentes,
gime versos, amor, jamás pensados,
sacude, amor, tus pétalos mojados,
amor, sobre mis huesos combatientes.


Hiéreme, amor, con filo de claveles,
átame, amor, con tu dogal de mieles,
quémame, amor, en tu rosal de fuego.


Cimbra, amor, tu silencio estremecido,
dame tu boca, amor, que la he perdido,
muere conmigo, amor, que ya estoy ciego.


Miguel Otero Silva




lunes, 22 de agosto de 2011

Distancia justa...




En el amor, y en el boxeo
todo es cuestión de distancia
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo digo tonterías
me echo a temblar
pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.


Cristina Peri Rossi
"Otra vez eros" 1994




martes, 16 de agosto de 2011

El destello...

Aunque el cielo no tenga ni una estrella
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,

me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.

Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,

hasta volver a ser, en este mundo
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.


Francisco Luis Bernardez





Miedo...

Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.


Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.


Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La pondrían en un trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...


Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!


Gabriela Mistral




viernes, 12 de agosto de 2011

Decir que no...

Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero


ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño


ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero


no obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo


oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado


y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano


y nunca más
puedes cerrarla.


Mario Benedetti





jueves, 4 de agosto de 2011

La cita...

a la memoria de Ana Calabrese


Íbamos a tomar el vino del atardecer
sentadas en el piso,
a desplegar el dolor y los amores literarios
como un mantel: algunos agujeros y colores seguros.
Dos mujeres expulsadas del idioma, de la fiesta,
de una terca latitud.

Íbamos a dejar que el río nos invada
(todos tus amigos me hablaron más del río
que de tu desesperación)
Trocitos de corcho, historias de algún tío
obsesionado por la libertad del espíritu, restos
de un ángel pintado sobre una percha de madera.


Tu suicidio anunciado los refugió en el bosque
(a ellos, los lobos, los amigos),
los vació de palabras.


Extraña flor de sombras chinas en la pared,
te convertiste en una voz y un silencio contra un río.


Un poema condenado a una caja inasible.


Paulina Vinderman
(Argentina)