sábado, 31 de diciembre de 2005

El último poema...

Así querría yo mi último poema.
Que fuese tierno diciendo las cosas más simples
y menos intencionadas,
que fuese ardiente como un sollozo sin lágrimas,
que tuviese la belleza de las flores casi sin perfume,
la pureza de la llama en que se consumen
los diamantes más límpidos,
la pasión de los suicidas que se matan sin explicaciones.

Manoel Bandeiras
(Brasil)

miércoles, 28 de diciembre de 2005

Algunos días...

Enviado por su Autor, especialmente
para Más Azules...




En esos días que se
me escapa el tiempo
entre los dedos del hastío
como puñados
de agua que mis manos
no pueden contener.

En esas ocasiones
cuando la conformidad
se aferra a mi cuerpo
como hilo de telaraña
estancándome en su
red cansada.

Cuando los gestos provocativos
de las tentaciones no mueven
mi entusiasmo y prefiero
la sombra de la cortina
a la claridad de un sol brillante.

En medio de estos vacíos
en esos momentos inciertos
en que mis intenciones
parecen perder su forma
en este mar indiferente

al terminarse el día
la corriente siempre
me lleva hasta tu orilla.

Y volverás a reconocerme
al despertar nuevamente
la pasión que cultivo
y crece cuando te pienso.

Roberto Grau
Chicago 12/28/05

martes, 27 de diciembre de 2005

Algún día...

Algún día te escribiré un poema que no mencione
el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.

Algún día te escribiré un poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.

Algún día te escribiré un poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas;
algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema,
el canto de mi dicha.
Darío Jaramillo A.
(Colombia 1947)

lunes, 26 de diciembre de 2005

Mujer esencial...

Porque eres mucho más que la belleza
y mucho más que un cuerpo
con una llamarada de gozo entre los flancos.
Porque eres más que un vientre para el hijo
y mucho más que la ilusión de un hombre
que preñe tus silencios
y marque con su aliento tu camino.

Porque eres la mujer, el equilibrio,
la sensatez, la calma, la cordura.
Porque en tus manos guardas bendiciones,
hay paz en tus palabras
y estás hecha de aromas y ternura,
rompe ya tus espejos, renuncia a ser fetiche
y al metro con que miden tu figura
y amamanta la historia con tus pechos de harina
recobrando tu luz y tu estatura.

¡Vuelve a ser la mujer!
Vuelve a ser ese fuego
donde arden el amor y la decencia,
vuelve a ser tierra firme, generosa y fecunda,
vuelve a ser aire puro que agite alas y brazos,
vuelve a ser agua limpia
sin marcas ni amargura.

¡Vuelve a ser la mujer!
Ya no escuches más cantos de sirenas,
recupera tu esencia, tu destino,
te lo supilica un mundo que agoniza,
te lo reclama el hombre con su voz de martillo,
antes de que se muera la esperanza,
antes de que ya todo esté perdido.
Beatriz Rivera

sábado, 24 de diciembre de 2005

Retablillo de Navidad...

De su esposo en compañía,
soñolienta y fatigada,
por ver si les dan posada
toca en las puertas María.
El le dice: -Esposa mía,
ten calma, vamos a ver...
Nos abrirán al saber
que te encuentras en estado
y un lecho busca prestado
tu niño para nacer.

Pues tiembla la Virgen bella,
él se quita en el camino
su paltocito de lino
para ofrecérselo a ella.
-Vaya mi linda doncella
con este manto abrigada-
dice con gracia forzada
mientras siente las diabluras
que hace el frío en las roturas
de su franela rayada.

De portón van en portón
suplicando humildemente
y en todos les da la gente
la misma contestación:
«Esta casa no es pensión»,
o «¿Cuánto van a pagar?...»
Y en uno que en otro lugar
hay quien al ver a María
dice alguna picardía
para hacerla sonrojar.

¡Qué pobrecitos que son!
¡Qué pena tan sin alivio!
Todos tienen lecho tibio,
¡nadie tiene corazón!
De cansancio y aflicción
la Virgen se echa a llorar
y torna triste a mirar
que en la noche, alta y desierta,
la luna es como una puerta
que se abre de par en par.

A la casa de un pastor
van por fin José y María;
sólo piden hostería
para que nazca el Señor.
Pero hay allí tanto amor
por los buenos peregrinos,
que la pastora sus linos
abandona en el telar
y al punto les va a buscar
cuajadas, panes y vino.

Ya la Virgen tiende el manto
sobre la hierba olorosa;
ya como delgada rosa
se dobla su cuerpo santo;
ya a través de un claro llanto
los ojos del buey la ven;
llora el burrito también.
Y la historia nos relata
que una estrella de hojalata
brilló esa noche en Belén.
Aquiles Nazoa
(venezolano)

martes, 20 de diciembre de 2005

Si mis manos pudieran deshojar...

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!



Federico García Lorca

lunes, 19 de diciembre de 2005

Palabreo de la loca Luz Caraballo...

De Chachopo a Apartadero
caminas, Luz Caraballo,
con violeticas de mayo,
con carneritos de enero;
inviernos del ventisquero,
farallón de los veranos,
con fríos cordilleranos,
con riscos y ajetreos,
se te van poniendo feos
los deditos de tus manos.

La cumbre te circunscribe
al solo aliento del nombre,
lo que te queda del hombre
que quien sabe dónde vive;
cinco años que no te escribe,
diez años que no lo ves,
y entre golpes y traspiés,
persiguiendo tus ovejos,
se te van poniendo viejos
los deditos de tus pies.

El hambre lleva en sus cachos
algodón de tus corderos,
tu ilusión cuenta sombreros
mientras tú cuentas muchachos;
una hembra y cuatro machos,
subida, bajada y brinco,
y cuando pide tu ahínco
frailejón para olvidarte,
la angustia se te reparte:
uno, dos, tres, cuatro, cinco.

Tu hija está en un serrallo,
dos hijos se te murieron,
los otros dos se te fueron
detrás de un hombre a caballo.
"Loca Luz Caraballo"
dice el decreto del Juez,
porque te encontró una vez,
sin hijos y sin carneros,
contandito los luceros:
... seis, siete, ocho, nueve, diez...
Andrés Eloy Blanco

(venezolano)

sábado, 17 de diciembre de 2005

Conjugaciones...


5 (después)


El futuro no es
una página en blanco
es una fé
de erratas.


8 (
previsión)

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias
que descongelarán
algún futuro


9 (
plurales)

Hay
ayeres
y mañanas
pero no hay
hoyes



Mario Benedetti

viernes, 16 de diciembre de 2005

No se cómo decirte...

No sé cómo decirte que mi voz te busca
y la atención comienza a florecer,
cuando sucede una noche
espléndida y colosal.
No sé qué decir, cuando lejanamente tus muñecas
se llenan de un brillo luminoso
y te estremeces como un pensamiento íntimo.
Cuando, iniciado en el campo,
el centeno inmaduro se ondula tocado
por el presentir de un tiempo distante,
y en la tierra crecida los hombres entonan una vendimia
- yo no sé cómo decirte que cientos de ideas,
dentro de mí, te buscan.

Cuando las hojas de la melancolía arremeten contra los astros
al lado del espacioy el corazón es una semilla inventada
en su fondo oscuro y en su huracán diario,
tú arrebatas los caminos de mi soledad
como si toda la casa ardiese descansando en la noche.
- Y entonces no sé qué decir
junto a la taza de piedra de tu silencio tan joven.
Cuando los niños despiertan sobrecogidos en la luna

de donde caen a veces en medio del tiempo
- no sé cómo decirte que la pureza,
dentro de mí, te busca.

Durante la primavera entera aprendo
los tréboles, el agua sobrenatural, el leve y abstracto
correr del espacio -
y pienso que voy a decir algo con sentido,
pero cuando la sombra cae de la ávida curva
de mis labios, siento que me faltan
un girasol, una piedra, un ave - cualquier cosa extraordinaria.

Porque no sé cómo decirte sin milagros
que dentro de mí está el sol, el fruto,
el niño, el agua, el dios, la leche, la madre,
el amor,
que te buscan...

Herberto Hélder
(Portugal, 1930)

martes, 6 de diciembre de 2005

La otra copa del brindis...

Al principio ella fue una serena conflagración
un rostro que no fingía ni siquiera su belleza
unas manos que de a poco inventaban un lenguaje
una piel memorable y convicta
una mirada limpia            sin traiciones
una voz que caldeaba la risa
unos labios nupciales
un brindis

es increíble pero a pesar de todo
él tuvo tiempo para decirse
qué sencillo         y también
no importa que el futuro
           sea una oscura maleza

la manera poco suntuaria
que escogieron sus mutuas tentaciones
fue un estupor alegre
sin culpa ni disculpa

él se sintió optimista
                                         nutrido
                                                     renovado

tan lejos del sollozo y la nostalgia
tan cómodo en su sangre y en la de ella
tan vivo sobre el vértice del musgo
tan hallado en la espera
que después del amor salió a la noche
sin luna y no importaba
sin gente y no importaba
sin dios y no importaba
a desmontar la anécdota
a componer la euforia
a recoger su parte del botín

mas su mitad de amor
                                       se negó a ser mitad
y de pronto él sintió
que sin ella sus brazos estaban vacíos
que sin ella sus ojos no tenían qué mirar
que sin ella su cuerpo de ningún modo era
             la otra copa del brindis

y de nuevo se dijo
qué sencillo
                    pero ahora
lamentó que el futuro fuera oscura maleza

sólo entonces pensó en ella
                                              eligiéndola
y sin dolor          sin desesperaciones
sin angustia y sin miedo
dócilmente empezó
                                     como otras noches
                                                              a necesitarla
Mario Benedetti

viernes, 2 de diciembre de 2005

Ítaca...

Cuando salgas en el viaje, hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento,
si una selecta emoción tu espíritu
y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.
Mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que riquezas te dé Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado.
Sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,
ya habrás comprendido las Ítacas qué es lo que significan.

Constantino Kavafis