No hables jamás
desde la cima helada de los años.
Aprende a blasfemar a carcajadas.
Empápate de lucidez
hasta que te salten los sesos en el cráneo.
Asume insomnio
con más sueños que vergüenza,
con ese cansancio total, ya sempiterno,
que te acompaña.
Ama como se llora, a borbotones,
sin ira y sin esquinas,
sin plazos ni mañana.
Mira, escucha,
usa los sentidos como herramientas
-son auroras boreales de la vida-
no los condenes a infiernos tibios
y noches como mortajas.
Y ama cuanto sepas,
de una vez por todas cada día
porque la virtud afea el cutis
y estropea la vesícula biliar.
Clotilde Tambroni
Catatanemak
Hace 3 años.