lunes, 2 de marzo de 2009

Fumando pienso...

Me cabe en una mano
tu rostro azul
de sueño etéreo.

Lo soplo en esfumados blancos
y veo cómo te mezclas
en el humo de la vida
que me bebo.

La suave ensoñación
de masa ardiente,
de minutos juntados,
al lado de tus sienes descansadas,
me alimenta.

Piso el asfalto ajeno
y no me pasa
la corriente urbana del milagro,
de esta eterna ciudad de los milagros.

Sólo esa masa
de minutos amasados en tus piernas,
en tus brazos,
y más profundo,
en el infinito aletear de tus abrazos,
hace el milagro
de abrirme el alma a diario,
sin que salga publicado
en anuncios por palabras cortadas,
del rincón de algún diario.

Ángela Becerra
Alma Abierta

1 comentario:

Ipnauj dijo...

¿Qué pasaría si entre los minutos se colara un rojo intenso?

Un gran saludo.