sábado, 10 de noviembre de 2007

Confín del condenado...



Hazme volver a estas alturas
piedra cerrada en que agonizo y caigo
como un profeta desfigurado
ante una lámpara de aceite.
He visto una botella rota en mi sangre
los avisos de neón y mis deseos de matar
inútil que llore en una callejuela
sin luna en que leer
la desdicha que me agobia.
En el alba
los perros orinan en tus esquinas
y yo / Adán desnudo
aúllo
con mi viejo sombrero
con mi cuerpo acuchillado
pelambre de tinta
nuca del deseo
yedra y ceniza en la estepa
¡Oh Rocinante!
Tú / Que sobre la inmundicia
sabes más que los vivos

Humberto Quino
(Boliviano)

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