martes, 23 de septiembre de 2008

Para que tú me oigas...

Para que tú me oigas,
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú me oigas como, quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejos súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Pablo Neruda

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi viejito, qué grande y qué grande. Un beso de lunes fulgurante y mojado (no pienses mal, es que aquí ha llovido, je je). Onde se mete mi pá número cuatro?

Azul... dijo...

Mi niña preciosa! Don Pablo es infinito, sin más... :)

Su Pá no tengo ni idea de por dónde anda (parece que se gobierna solito, viste?)

Mil besos, preciosa hija mía!

Anónimo dijo...

cada vez me gusta más neruda

un beso

s

Anónimo dijo...

Cinco pétalos...como cinco pasos ;)

Y Don Pablo pués...infinito y más :)

Besos corazón !!!

Max