La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar.
Hace vibrar árboles, ropas,
abrasa espigas, hojas secas,
acuna en su oleaje
los objetos que duermen en la playa...
Has vuelto a nombrarla ella está sobre las olas de un mar que renueva la vida la que buscó en tu memoria los signos de otro tiempo la que horadó con manos temblorosas los artificios de tu existencia
hoy es una probable marcha al infortunio se oculta de las agorerías forja una ilusión tejida a fuerza de llantos de noches donde escarbar historias muertas
ella partió a otro riesgo en camino de difícil destino está indagando en las fuentes el por qué de los finales tratando de entender esa antigua sentencia donde todo termina y siembra preguntas en campos desolados en praderas donde el calor y el frío son un mismo cadalso fija sus retinas en cada partícula hasta enturbiar paisajes no niega la ceniza de los continentes lo clavado en el cerebro para siempre como un aguijón de tela dura que muerde las entrañas de la despedida está tratando de irse del recuerdo y vuelve a él como a un sortilegio maligno que liga los hechos
tu búsqueda será en fronteras de un paisaje distante y su ausencia una visión del dominio que les fue concedido para elaborar una historia magnifica donde quedaron atrapados eternamente María del Carmen Suárez (Argentina)
Entonces el beso conocía el norte y el sur, el este y el oeste de toda cartografía como si antes de labio en medio de la lluvia hubiera sido rosa de los vientos o brújula del corsario de los siete mares. Nada estaba preparado -dormían las leyendas su sueño abisal- y sin embargo no cabía margen alguno de error: cada noche atracaba en su alborada, cada zozobra en su bahía, cada deseo en su rompeolas. Así era el amor, volver a casa con la red llena de certidumbres nunca un naufragio en alta muerte silenciosa como ahora.
Siempre es el mar donde mejor se quiere,
fué siempre el mar donde mejor te quise;
al amor, como al mar, no hay quien lo alise
ni al mar , como al amor, quien lo modere.
No hay quien como la mar familiarice
ni quien como la ola persevere,
ni el que más diga en lo que vive y muere
nos dice más de lo que el mar nos dice.
Vamos de nuevo al mar; quiero encontrarte
la hora más azul para besarte
y el lugar más allá para quererte,
donde el agua es a la par agua y abismo,
en la alta mar, en donde el aire mismo
se da un aire al amor y otro a la muerte.
El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
—soñaba altos muros
guardándote el alma—
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma
Te fuiste a esa hora en que amanece la niebla y la distancia
Y todavía pienso en el mañana como si estuvieras
¿Qué quedará cuando hasta tu aroma
se escurra por debajo de la puerta siguiendo tu camino?
Dos copas
Dos silencios
Dos pocillos
Quien sabe una luz menos en la calle que anduvimos
o esta llovizna triste colgando algún ladrido
en las ventanas apagadas
¿Qué quedará de tantos sueños trasnochados
de nuestros códigos secretos
nuestros gestos
nuestras mañas?
No mucho más que la ilusión enfriándose en la almohada
O el mismo dolor desconsolado de una vida en el destierro
O algún recuerdo aferrándose a la lluvia
O sólo dos colillas blanqueando el cenicero
O simplemente nada