qué espacio espléndido
piensas en mí y me envías
divinos emisarios, sones
de un pequeño estuche
donde sólo cabe
-delicada-
la perfecta simetría de la dicha.
Dádiva
-espejismo acaso-,
sonrisas caen sobre mí
en celestial llovizna:
tu bautismo.
A perpetuarte me llamas:
ya siento en mí tu propio estupor;
tomo la media vida que me das
-la más pura-como el don que no esperaba ya.
Dulce carga me entregas.
Antonio Aliberti
(Argentino)
1 comentario:
Desde allá, donde la brisa canta,
donde tu aroma de mujer me envuelve,
donde te imagino y te recuerdo.
Besos para tu alma
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