miércoles, 3 de mayo de 2006

Sirve para la vida...

¡Gracias Max!




No sirve para alcanzar el poder, pero sirve para responder al poder con sentimientos cercanos. No sirve para vivir, pero la poesía vive con las palabras. No sirve para enseñar a nadie nada, pero sirve para mostrar lo que acontece por el mundo. No sirve para matar, no sirve para morir, no sirve para rezar ni para jugar con fuego. Pero sirve para emocionar, para vivir en otros cuerpos, para reflexionar y sentir la belleza y hondura de las palabras que nos explican cómo somos.

No sirve para amar, no sirve para gritar, no sirve para llorar, pero sirve para sentir el deseo, para alzar la voz en silencio, para que su tristeza te atraviese el pecho. No sirve para liberar a nadie, no sirve para juzgar a nadie, no sirve para lograr la paz. Pero sirve para hablar con libertad, para proclamar la inocencia de las cosas, para rebelarse contra la locura de la historia.

No sirve para bailar, para emborracharse. Pero sirve para celebrar la vida, para embriagarse de otros sentidos, para moverse por otros lugares. No sirve para la muerte. Sirve para la vida. Da vida a los muertos y nombra lo que a menudo no tiene nombre. Es nada, pero al final sirve.

Sirve para llevar a Dios a misa. Para que la primavera camine al mercado entre panaderías y palomas. Para que a la mesa lleguen recién casados los sabores del mar y de la tierra. Para que las gaviotas repartan el aroma de la rosa en las arenas. Para salir a todas las calles del mundo a repartir pescado. Para saber por quién la lluvia y los pájaros del mar llorarán mañana.

Para que hablen los pueblos por su canto. Para dar con todos los azules de la tierra hacia la luz total de nuestras cosas. Para darle la mano a las manos temblorosas de la lluvia e irse cantando entre la dicha y la dureza, la cólera o ternura. Sirve para saber que no tenemos más remedio que vivir, ni más recuerdo que la vida. Para decidir dónde plantar los árboles, de nuevo. Para dejar escrito en la piedra el sueño del domingo.

Sirve para que ni un hombre pase sin que reine y sigan naciendo hasta llenar el mundo, sin que nadie los divida sino el sol o la noche, la lluvia o las espigas. Para que el mundo se pueble de palomas. El hombre recuerde las sombras que nadó hasta que quiera saltar al agua para caer al cielo.

Sirve para distribuir las flores del mañana e ir galopando en el viento sobre el caballo de la lluvia. Para abrir cajones, llenar platos, destapar versos y botellas, hasta que alguna vez si ya no somos, si ya no vamos ni venimos, estemos juntos, extrañamente confundidos, sirviéndole a la vida.

Pablo Mora
(venezolano)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que fuerza tiene su paisano Pablo Mora en este texto,que magia en sus palabras,que intensa manera de describir lo que significa la poesía en nuestras vidas.

(entre Usted y yo,ojalá lo vea su niña y lo lleve para su Ruta) ;)

Anónimo dijo...

aaaaaaaaaaaaaaa, que os he pillao y me lo llevo...Max, mas leído el pensamiento, y me ruborizado y todooooo! Jajaja. Es un texto de lo más hermoso!!!En serio, que me lo llevo...pero no os riáis...je!!!Malinos sois!!

Azul... dijo...

¡Ud se puede llevar lo que quiera a su Ruta, mi niña!

Max: mil gracias, corazón, me encantó la fuerza de este texto

¡¡¡Besos para los dos!!!

Anónimo dijo...

Ya está en Ruta, gracias a ambos...
La niña haciendo de las suyas y vosotros a sonreir..jeje