sábado, 5 de enero de 2008

El Camello (auto de los Reyes Magos)



El camello se pinchó
con un cardo del camino
y el mecánico Melchor
con buen tino le dio vino.

Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino
mientras intranquilo Melchor
consultaba su "Longinos".

¡No llegamos, no llegamos,
y el "Santo Parto" ha venido!
son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.

El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su hipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
ya cantaban pajarillos
a la puerta de Belén
el supremo rey estaba.

Los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.

No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos,
mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.

Gloria Fuertes

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, repitió el Niño."

En los labios de El Maestro las palabras no podían ser otras y en la poesía de Gloria nos llegan impecables.

Besos

Tawaki dijo...

Buena poetisa has elegido para empezar el año. Besos.

Azul... dijo...

Max, Tawaki, este poema me conmueve tanto! Sin muchas vueltas, desde la luminosidad, la profundidad y la secillez de Gloria Fuertes.

Besos!