Me brotan esta tarde subterránea
cipreses de difuntos desde el alma
y me cercan la luz de los alcores
las cuatro tapias de los cementerios.
Se estiran de mis pies los jaramagos
y se alargan mis brazos en rosales.
Se nutre mi memoria en las esquelas
y en mi casa sollozan los retratos.
Me sube el gregoriano a la garganta.
No me cabe un responso en el bolsillo.
Llevo en los labios carne de gladiolos
y me ocupan los ojos crisantemos.
No puedo caminar.
Qué toneladas
de tierra no enterrada me retienen.
Y no puedo estar quieto porque todos
los difuntos del mundo me reclaman.
No puedo descansar porque la piedra
no responde a los gritos de las lágrimas.
Ni los cirios abrasan los temores.
Ni las frases rotundas de la Biblia
taladran los vacíos del silencio.
Y no puedo dudar porque estoy hecho
de tierra
de cipreses
y esperanza.
Víctor Manuel Arbeloa
Catatanemak
Hace 2 años.
1 comentario:
de tierra, de cipreses y esperanza
me encanta esa fe absoluta
un beso
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