miércoles, 1 de noviembre de 2006

Los amorosos...

Para Max en su cumpleaños...


Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.


Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.


Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.


Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
Jaime Sabines

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Un regalo,una ofrenda,un deseo,y todo junto en una invocación.
Gracias por tu magia MariCarmen.

Besos

Anónimo dijo...

Uno de mis favoritos de Sabines.

Pues nada, Max, que ¡¡¡¡feliz cumpeaños!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Luz,eres una de las personas que comparte este espacio Azul conmigo y me gustó de veras recibir tus deseos

¡¡¡ Gracias !!!

Besos

Azul... dijo...

Max, corazón, no tengo que decirte porque ya sabes ¿verdad? ;)

Lucecita, bella, gracias por tu compañía por mis Azules...

300 besos para cada uno, los quiero no saben cuá

Anónimo dijo...

aaaaaaaaaaaay que me lo he perdioooooooooooooo! Papi, la semana que viene también yo te pongo un post, que luego Mami azules me dice que soy mu "endespistá". Enga, que con el carro nuevo os llevo de cafelito y tarta. Max, pagas tú que pa eso cumples...cuántos? veinte? veintiuno? qué bien te cuidassssssssss! Mami, vi tu comentario enRuta...te estoy preparando, mejor que las fotos, un video casero con fotos y musica de fondo...más chulooooooooooo! Je! Un abrazo Má! Por supuesto que iré a verte. TE lo he prometido y siempre cumplo aunque sea tarde...Max, japi birdai mai dadi! Jeje!"